Del cosmos

El espacio contenido alberga personalidad, las paredes limitan al mismo tiempo que dan forma, el techo en la parábola nos reverbera. Al ser penetrados es inevitable sentir que esa personalidad se adueña de nosotros.

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Los objetos pequeños y de simple manipulación son una expresión de lo mínimo, el sujeto en su individualidad.

Los grandes espacios como un cosmos y los pequeños objetos como el ser autónomo, son parte de un trayecto en la dinámica de las cosas, el más y el menos, algo así como las polaridad complementaria en la periferia del círculo, las fuerzas opuestas de una resonancia.

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Me sentí atrapado por él, su circularidad, el techo en bóveda convertido en piramidal, sus reflexiones sonoras, la reverberación y el decaimiento y el eco era la voz del lugar diciendo “hace mucho fui anclado acá, esto soy, no es tan fácil apagarme”.